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¿Qué hay más importante que respirar? Es una función básica del ser humano y, en distintos modos, de todos los seres vivos. Precisamente las enfermedades respiratorias son una de las grandes plagas de nuestro tiempo: las alergias, la polución o el tabaquismo llegan a causar, por este problema, hasta 48.000 defunciones al año, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. Y ahora, a todo ello, se une la gran incidencia que está teniendo el COVID-19, que ya ha infectado a más de un millón personas en todo el mundo y cuyo principal síntoma es, precisamente, esa dificultad para respirar.

Son enfermedades diversas que, además de hacer sufrir a los pulmones y a todo el sistema respiratorio durante los periodos más agudos de su infección (o afección), muchas veces dejan secuelas al paciente. En el caso del coronavirus, hasta el 85% de pacientes (de los registrados y analizados hasta el momento) muestra anomalías en los pulmones. Y ya se está viendo que algunos de los que han sido dados de alta reportan sensación de falta de aire o problemas para completar una prueba de esfuerzo. Más aún, algunos estudios incipientes, han llegado a observar una disminución de la función pulmonar de entre un 20% y un 30% entre los que han superado la enfermedad.  

De los casos generales de enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, más conocidas como EPOC, tenemos más datos: casi uno de cada diez españoles padece una de ellas (el 9,1%). Y el problema no está tanto en el diagnóstico y tratamiento (que los hay, y muy buenos) como en el seguimiento que los propios pacientes hacen de su enfermedad. Muchos de ellos, ante un problema crónico como éste, suelen abandonar el tratamiento y las recomendaciones de estilo de vida prescritas por los médicos tras unos pocos meses. Algunos incluso acaban muriendo (más de 3 millones de personas en todo el mundo) por algún tipo de crisis relacionada.

El aburrimiento y la soledad que sienten durante el tratamiento son algunos de los principales problemas para lograr una adecuada adherencia al tratamiento farmacológico y también a las recomendaciones de alimentación y ejercicio físico que han de mantener para sentirse bien y paliar las molestias de su enfermedad. Se cansan porque, por ejemplo, les cuesta caminar cada metro sin que les falte el aire, porque sus familiares cercanos no comparten sus sensaciones, o porque toman varias pastillas cada día, todos los días. A todo ello se une que su médico a veces no puede realizar un control adecuado porque estos pacientes no interpretan bien sus síntomas o no lo hacen con la regularidad que se requiere.

Para todos ellos, la tecnología puede resultar una interesante aliada tanto en el terreno global -analizar síntomas, pautas y patrones y por tanto identificar maneras de abordar el problema- como en el particular seguimiento de los tratamientos, gamificación o recomendaciones de estilo de vida-

El acompañamiento y apoyo a pacientes mediante el uso de la tecnología es, justamente, uno de los principales focos de actuación de Alegra Salud desde hace más de 20 años, y en estos momentos ya trabajamos en distintas soluciones que puedan ofrecer soporte tanto al profesional como al usuario en procesos y convalecencias de enfermedades respiratorias graves.

Llevar una vida más saludable es, también, respirar mejor (en el sentido literal y figurado).