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Quien más y quien menos tiene alguna alergia: alimentaria, a algún polen, animal o tipo de material. Según los profesionales de la salud este tipo de consultas se ha multiplicado en los últimos años, en parte debido a nuestro estilo de vida (el estrés), lo que comemos (más ultraprocesados y menos productos naturales) y, sobre todo, a lo que respiramos (la contaminación del aire debilita nuestro sistema respiratorio y lo deja, en cierto modo, desprotegido). 

Algunos de los síntomas más frecuentes en los alérgicos son los relacionados con el sistema respiratorio, precisamente uno de los puntos débiles en estos momentos en que la pandemia del coronavirus azota el mundo. Aunque puede que algunos confundan estos días sus síntomas alérgicos con los del temido coronavirus, y efectivamente en ocasiones pueden resultar confusos, recordemos que mientras la primera puede producir picor de ojos o estornudos, en el segundo estos síntomas no suelen aparecer; mientras que la pérdida de olfato o gusto que se está asociando al COVID-19, no es nada común en los alérgicos.

Más o menos alergias

Y si los alérgicos al polen confinados parecen estar sufriendo en menor medida la incidencia de, por ejemplo, las gramíneas -estar en casa en ‘temporada alta’ les ayuda a respirar menos polen y por tanto a tener menos síntomas y necesitar menos medicación-, hay otros que precisamente por pasar más tiempo sin salir lo sufren más. Se trata de los alérgicos a los ácaros, unos microorganismos tan difíciles de evitar como de combatir. Por ellos, y por todos, ofrecemos algunas recomendaciones que pueden aliviarles o al menos ayudarles:

  • Ventilar: abrir las ventanas, todos los días, y si hace fresco aún mejor, ya que los ácaros se reproducen más con temperaturas por encima de los 24º.
  • Controlar la humedad: Índices altos, por encima del 50%, pueden favorecer su crecimiento, así que cuidado en entornos como el baño, donde suele concentrarse más humedad. En estos casos está indicado un deshumidificador (ojo, no un humidificador, que provocaría el efecto contrario) aunque utilizado de forma sensata para no perjudicar al resto de la familia con una sequedad excesiva. 
  • Tirar lo innecesario: Puede que suframos en el proceso (por desprendernos de algunas cosas y por el movimiento de polvo), pero enseguida notaremos que, mientras menos objetos, menos polvo se acumula y más sencillo resulta limpiar.
  • Suelos desnudos: las alfombras y moquetas también son un lugar donde se acumulan los temidos ácaros. Mejor las evitamos.
  • Tejidos siempre limpios: cojines, cortinas, sofás… Intentemos lavarlos con frecuencia, hay productos desinfectantes que nos ayudarán a repeler el polvo. Lo mismo con peluches, sábanas, edredones…
  • Libros: no podemos aconsejar ‘no tenerlos’, pero en los casos más graves de alergia al polvo y los ácaros se debería limitar su cantidad y, sobre todo, no guardarlos en la habitación donde se duerme.

Dentro o fuera, sigamos siempre las recomendaciones de nuestro médico. La mayoría de ellos siguen atendiendo consultas telefónicas o a través de aplicaciones y canales digitales, como los que desarrollamos desde Alegra Salud.

Photo by Brittany Colette on Unsplash