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Las barreras de la desconfianza y el miedo ya están superadas, o deberían, en cuanto a la mezcla de Medicina y tecnología se refiere. Quien más y quien menos ha utilizado ya una receta electrónica o ha entrado en un túnel de resonancia magnética, por poner algunos ejemplos. La Ingeniería Biomédica es una realidad hace muchos años: miembros robóticos para amputados, aplicaciones móviles para el seguimiento de personas mayores, sensores de análisis y tratamiento… 

Y sin embargo, todavía algunos recelan cuando nos dicen que van a registrar nuestra temperatura automáticamente al entrar en un edificio, o que rastrearán nuestros movimientos por si somos portadores de este u otro virus pandémico. Es cierto que aún hay que pulir algunos aspectos éticos y de protección de datos personales, y es algo que hay que hacer a nivel mundial (si somos globales, debemos serlo también para esto, pues en breve estaremos de nuevo moviéndonos por aeropuertos de todo el planeta), pero nuestra salud es más importante, y el progreso va de la mano de la ciencia (y, en este caso, de la ingeniería), ¿cómo si no hemos llegado a incrementar nuestra esperanza de vida en las últimas décadas?

Es cierto que nadie podía prever una situación como la que estamos viviendo con la COVID-19 sin embargo, probablemente, de haber estado nuestros sistemas más digitalizados, el control de la pandemia habría sido más rápido y eficiente: número de enfermos, tipo de síntomas, distribución por zonas geográficas… De haber contado nuestras instituciones sanitarias con herramientas de telemedicina (reales), se habría podido realizar un mejor seguimiento de esos casos sospechosos y, seguramente, se habría paliado el colapso de algunos de nuestros centros sanitarios. 

Porque, no nos engañemos, aunque la tecnología existe, lo más avanzado en ‘telemedicina’ que hemos utilizado en estas últimas semanas han sido llamadas telefónicas de los centros de salud para hablar con los pacientes. No se han recogido muestras a distancia, ni tomado temperatura con instrumentos de precisión a gran escala, ni se ha mantenido un control real y constante, ¡y se puede hacer!

No es cuestión de lamentarse, sino de prepararse. Es el momento de analizar y mejorar, de invertir en la salud del futuro inmediato, y de protegernos como sociedad ante futuras oleadas de este u otros virus similares. Porque si algo nos ha enseñado el confinamiento es que la tecnología ha sido la mejor aliada para mantener empleos (teletrabajo), vida social (videoconferencias, herramientas sociales, etc.), suministros (ecommerce), etc.

En Alegra Salud llevamos años trabajando en colaboración con médicos y expertos sanitarios para desarrollar aquellas herramientas que les ayudarán a prestar una mejor atención a sus pacientes, desde instrumentos de colaboración para la investigación científica hasta aplicaciones para el seguimiento y la adherencia al tratamiento de los usuarios, además de sensores y herramientas de medición que pueden utilizar sin tener que desplazarse a la consulta. 

Si toda crisis es una oportunidad, ésta es la oportunidad de la automatización, ¡adelante con la inversión de las administraciones públicas!

Photo by National Cancer Institute on Unsplash