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La hipertimesia es un trastorno neurológico que permite a las personas que lo sufren (se conocen muy pocos casos en todo el mundo) recordarlo todo: cada momento, cada pequeño detalle… Una sobrecarga de información que no es nada fácil de gestionar. Hay otros casos como los de la amnesia anterógrada, donde la persona solo puede recordar lo sucedido en los últimos minutos, o problemas más conocidos como el Alzheimer, en que el deterioro cognitivo afecta de manera especial a la memoria.

En cualquier caso, todos y cada uno de nosotros hemos sufrido algún momento de ‘despiste’ u ‘olvido’, y en muchos casos, este problema se va agravando con la edad. Actualmente, millones de personas en todo el mundo sufren pérdidas de memoria. Muchas veces esto deriva de una mala alimentación o estilo de vida no saludable, como consumir grandes cantidades de alcohol, fumar demasiado tabaco o abusar de los fármacos. El estrés es otro agravante, ya que estar expuesto de forma excesiva y continua a él nos hace sufrir daños en nuestra estructura y el funcionamiento cerebral.

‘Pilates’ y nutrición para la mente

La buena noticia es que este tipo de pérdidas leves de memoria pueden ser aliviadas si mantenemos nuestra mente activa en el buen sentido y la alimentamos correctamente. Para empezar, los expertos recomiendan realizar, en la medida que sea posible, trabajos enriquecedores mentalmente y evitar aquellos proyectos que por muchos beneficios que reporten a la empresa, nos den dolores de cabeza por la incapacidad resolutiva de sus conflictos. Si un problema tiene solución, tomémoslo como un puzzle a resolver, pero si no la tiene, mejor dejarlo de lado para no forzar a nuestro cerebro a someterse a una presión que no le lleva a ningún lado. Acabaríamos orientando demasiado nuestra atención a un problema sin respuesta, sin dejar sitio para otras cuestiones que se convertirían en olvidos más o menos importantes (dónde dejé las llaves del coche o con quién había quedado hoy).

La alimentación también influye para conseguir tener una buena memoria. Un consumo elevado de alimentos ricos en polifenoles como frutos secos o aceite de oliva virgen, muy usados en nuestra dieta mediterránea, ayudan a ralentizar el envejecimiento de nuestra memoria, mejorando nuestros recuerdos almacenados a corto plazo. Las nueces, por ejemplo, son un alimento rico en antioxidantes y con propiedades antiinflamatorias, cada vez más usado en las dietas de aquellas personas que sufren algún tipo de demencia.

Aparte de llevar una alimentación sana, es recomendable ejercitar nuestra mente para que el cerebro se active de forma continuada: juegos de mesa, sudokus, puzzles de mil piezas o incluso tareas tan cotidianas como leer, escribir o memorizar listas estimulan y conservan la memoria. También la ayudará algo tan sencillo como cambiar las rutinas para que el cerebro no automatice procesos. Es importante innovar y establecer cambios en nuestra ruta habitual, el orden en que realizamos las tareas domésticas o en cómo nos vestimos cada mañana.

Por último, dormir bien. El tiempo que pasamos durmiendo son las horas que el cerebro utiliza para procesar la información obtenida durante todo el día y clasificarla. En este caso, si es muy saludable establecer rutinas a la hora de irse a dormir.

La memoria es un elemento fundamental en nuestra vida, cuidarla es nuestra responsabilidad.