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El verano es el momento, normalmente, en que salimos de nuestro entorno habitual para ir a otro pueblo, a otra ciudad, a otro país (Covid mediante). Donde todo es nuevo y distinto, donde nuestras rutinas ya no sirven y donde, posiblemente, nos falle la orientación en algún momento. Todos conocemos a alguna persona que se orienta de maravilla mientras que otras podrían llegar a perderse en su propio barrio. 

Esto último no es habitual, pero tampoco imposible. Junto a los pocos casos de agnosia topográfica o espacial genética (en que el paciente puede incluso ser incapaz de dibujar un plano de su casa), hay muchos otros documentados de pérdida de orientación por accidentes cerebrovasculares o traumatismos craneoencefálicos. Hay diferentes tipos de desorientación: personal (nuestro nombre, nuestra edad, nuestros amigos y familiares); temporal (qué día es hoy o qué estación del año) o la que nos ocupa: espacial. En esta última el paciente desconecta del medio y no puede percibir, reconocer o integrar información espacial. Es decir, se pierde en cualquier parte porque su cerebro no puede reconocer señales o caminos que pueden incluso ser rutinarios para ellos.  

Posiblemente se nos venga a la memoria una enfermedad que cursa con episodios más o menos severos de desorientación como es el Alzhéimer. De hecho, esta desorientación es uno de los principales síntomas y un indicador de que el deterioro cognitivo ha comenzado a manifestarse -hasta un 60% de los pacientes la sufre-. Ya, incluso, sabemos por qué: en la degeneración neuronal desarrollada se produce una acumulación en el cerebro de la proteína tau, tóxica para las neuronas, lo que provoca una disminución de las funciones cognitivas y, especialmente, de la memoria y la orientación espacial.

De momento no hay cura para ello, pero la ciencia avanza, ¡y también la tecnología! Los productos y desarrollos de nuestra línea Alegra Mente pueden ser grandes aliados a la hora de acompañar y realizar el seguimiento de las personas afectadas. Por ejemplo, creando un repositorio de datos personales (una especie de ‘cuaderno virtual’) que la persona lleve siempre consigo en su dispositivo móvil y pueda consultar cuando lo necesite. Desde su nombre y dirección a fotos de sus familiares más directos o una alerta para recordarle cómo llegar a casa. También se está trabajando, desde el lado del HealthTech, en aplicaciones de rehabilitación mental, con ejercicios pedagógicos específicos para este fin, o incluso soluciones de localización en prendas o accesorios (como pulseras o colgantes).

Perder el sentido de la orientación es desconcertante y agobiante para quienes lo sufren, ya sea de manera puntual o permanente, y pedir ayuda es clave para la recuperación.