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Tenemos tantas ganas de vacaciones, de descansar y divertirnos, que en verano nos puede parecer que ‘todo vale’. Relajamos la dieta, los horarios y, quizá, también nuestros cuidados. Quien tiene alguna dolencia crónica puede que sienta la tentación de ‘dejar las pastillas’ unos días, para descansar también ese aspecto… Seamos categóricos: no es recomendable hacerlo, así que veamos algunos consejos para que, en la playa, la montaña o el extranjero, podamos seguir disfrutando al máximo sin poner en riesgo nuestras afecciones de salud:

  • Previsión: Si tomamos alguna medicación con receta, tengamos la precaución de hablar con el médico con suficiente antelación como para tener acceso a las dosis necesarias, aunque no estemos en nuestra ciudad de residencia.
  • Un pastillero: Puede resultar muy útil si salimos unos días de casa, para no tener que ‘cargar’ con distintas cajas que nos abulten el equipaje. Eso sí, mejor llevar algunas dosis de más por si surge alguna incidencia.
  • Ojo con la conservación: Algunos medicamentos no resisten bien el calor. Tengamos esto en cuenta si vamos a trasladarnos en coche o si pasamos algún día al sol con ellos en el bolso. Hay neveritas pequeñas (algunas pensadas para la comida de bebé) que pueden ser perfectas para no tener sorpresas desagradables.
  • Y con el sol: Como norma general,  hidrátate y cubre cabeza y cuerpo, además de, por supuesto, usar protector solar. Ten en cuenta también que algunos tratamientos pueden provocar fotosensibilidad, así que al menor síntoma como reacciones cutáneas o mareos, consulta con un profesional.
  • Tarjeta sanitaria: Tanto si tu destino es nacional como internacional, infórmate del procedimiento de atención primaria y de la situación de los centros de salud respecto a tu residencia veraniega. Así, si necesitas ir a uno, no añadirás un elemento más de estrés. Lleva contigo la documentación necesaria y los certificados que acrediten tu estado y que faciliten la asistencia en cualquier lugar.
  • Permisos: Si viajas fuera de España ten en cuenta que la introducción de ciertos medicamentos puede requerir un certificado médico. Pregunta en la aerolínea o en el consulado correspondientes, y para ello especifica siempre el nombre del principio activo (no el comercial del medicamento, que puede ser distinto en cada país).

La tecnología puede ser una gran aliada a la hora de ayudarnos a permanecer en la ‘zona segura’. Dependiendo de cuál sea nuestra necesidad (respiratoria, digestiva, muscular, etc.), en las tiendas de apps hay numerosas aplicaciones que nos pueden ayudar a conocer el nivel de radiación, la pureza del aire, la calidad del agua del mar o de la arena, etc. del sitio donde vayamos a pasar nuestras vacaciones, que nos facilitan mantener nuestra dieta (productos que podemos o no comer y en qué restaurantes los ofrecen) o que nos guían con ejercicios de fisioterapia que podemos realizar en cualquier lugar. 

Un poco más allá van otras soluciones más especializadas como FollowAPP de Alegra Salud que permite realizar un seguimiento adaptado y personalizado de un tratamiento farmacológico y que, además, facilita que nuestro médico habitual pueda comprobar cómo estamos haciéndolo; o M-chronic que, conectada con sensores biomédicos, registra y monitoriza nuestros parámetros (ritmo cardíaco, saturación sanguínea, etc.) para vigilar nuestro estado y avisar al menor síntoma.

Relajarnos en vacaciones es posible, aunque padezcamos una enfermedad crónica.