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Empieza el curso escolar y laboral. Empieza un año nuevo, a todos los efectos, con su ‘cuesta de septiembre’, su incertidumbre, su bajón emocional por la avalancha de tareas, proyectos y buenos propósitos (es ahora cuando nos apuntamos al gimnasio, cuando hacemos limpieza general, cuando sentamos las bases de la convivencia familiar…). Seguramente mucho estrés, todo ello añadido a que, es probable que durante las vacaciones de verano no hemos logrado desconectar del todo.

Las herramientas tecnológicas, sí, nos proporcionan innumerables beneficios, aunque también nos generan una gran dependencia -no solo a los jóvenes, sino también a los adultos-. Este constante estado de alerta y de falta de descanso efectivo puede tener efectos negativos en nuestra salud mental y física, por lo que los expertos no se cansan de recomendarnos la desconexión digital durante las vacaciones o, al menos, un uso racionalizado de la tecnología. ¿Lo hemos conseguido? Sea como sea, veamos algunos consejos para, a partir de ahora, conseguir que estas herramientas estén a nuestro servicio y no al contrario. 

  1. Periodos on y periodos off: La necesidad de estar siempre disponibles y conectados puede generar un nivel elevado de estrés y ansiedad. Constantemente recibimos correos electrónicos, mensajes y notificaciones, lo que interrumpe nuestra concentración y también nuestro descanso. Programemos las alertas o establezcamos periodos para chequear y responder todos esos mensajes a lo largo del día, y otros para no hacerlo. Casi cualquier mensaje puede esperar una hora o dos, y nuestra claridad mental lo agradecerá
  2. Multitarea, no tan deseada: Aunque podamos pensar que la capacidad para la multitarea es una virtud, lo cierto es que, de facto, disminuye nuestra productividad y ralentiza los procesos. Mejor establecer un orden de prioridad y concentrarnos en una cosa cada vez. La sensación de haber terminado, además, nos dará un chute de energía.
  3. Dormir bien: El uso excesivo de dispositivos electrónicos, especialmente antes de dormir, puede afectar negativamente la calidad del sueño, ya que la luz azul emitida por las pantallas inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Intenta dejarlos fuera del dormitorio o deja de usarlos media hora antes de ir a la cama.
  4. Relaciones físicas: A pesar de estar siempre «conectados», la interacción digital no sustituye el contacto humano real, lo que puede llevar a sentimientos de aislamiento y soledad. Empieza por sustituir los mensajes por llamadas (oír la voz del otro y sus reacciones), y vuelve a las reuniones físicas de trabajo siempre que puedas. Con los amigos y familia, programa quedadas periódicas que te obliguen a rodearte de personas y su ‘calor’. 

Además de reducir el estrés, esta desconexión paulatina o ‘a ratos’ ayuda a la creatividad y a la productividad. Sin la constante sobrecarga de información, el cerebro puede procesar y generar nuevas ideas más fácilmente. A la larga, se promueve también un estilo de vida más activo y por tanto saludable que también nuestro cuerpo agradecerá.

Y recuerda que la propia tecnología puede ayudarte también a ‘descansar’ de ella. Utiliza las funciones de ‘no molestar’ por la noche, desprograma las alertas con sonido y globos que distraen tu mente y no te permiten concentrarte, o pídele a tu dispositivo que realice por ti tareas que te quitan tiempo y te provocan estrés. Con tu tiempo, haz lo que quieras. 

Y, si a pesar de estos consejos sientes que la ansiedad te supera, puedes entrenarte con soluciones de biofeedback, como las que aportamos desde Alegra Mente, un programa de entrenamiento en las habilidades de gestión emocional, a partir de la información psicofisiológica que recogemos con nuestros dispositivos.