La pirámide poblacional sigue aumentando y, en muchos países del mundo, envejeciendo. Se estima que en pocos años habrá en el mundo más de mil millones de mujeres con cincuenta años o más, y la edad madura trae consigo para ellas el tema que nos ocupa: un nuevo ajuste hormonal. En bastantes lugares sigue siendo tabú y, aun en caso de no serlo, implica una serie de cambios físicos y emocionales que, si no se identifican o se tratan adecuadamente pueden hacerlas más proclives a algunas enfermedades. Es, claro, el climaterio o menopausia.
En puridad, el primer término se referiría a toda la fase de tránsito entre la edad fértil y la no fértil, mientras que el segundo hace referencia solo a la fecha de la última regla, aunque popularmente entendemos menopausia por el cese progresivo de la producción de óvulos en la mujer (y por tanto de la menstruación) que se suele dar entre los 45 y los 55 años de media. Con la ausencia de óvulos se produce también una reducción de las hormonas típicamente femeninas: los estrógenos y la progesterona, lo que a su vez produce una serie de síntomas más o menos molestos, como insomnio, sequedad vaginal, aumento de peso, pérdidas de orina, descenso de la libido o los conocidos ‘sofocos’, y también algunas consecuencias más serias como la propensión a la osteoporosis, la depresión, la hipertensión o el cáncer de mama.
Para visibilizar esta etapa de la vida la Sociedad Internacional de la Menopausia (SIM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebran cada 18 de octubre, desde el año 2000, el Día Mundial de la Menopausia. El lema de este año es ‘cognición y estado de ánimo’, y pone el foco en los problemas de memoria y disfunciones neuronales que puede conllevar. Muchas mujeres reportan problemas de concentración, atención y memoria en este periodo que, hasta no hace mucho, se achacaban más al proceso de envejecimiento que al propio cambio hormonal, con el estigma que eso supone. Se trata de lagunas que pueden incluir dificultad para recordar una palabra, una cita o el lugar donde hemos dejado las llaves, así como lo que algunas definen como un ‘enlentecimiento’ del cerebro y que es conveniente conocer para poder aceptar y, en caso de que se conviertan en algo más serio, tratar.
Los controles médicos son fundamentales en esta etapa para tratar dichos síntomas, así como para detectar riesgo de enfermedades y llevar un control con mamografías, citologías y otras pruebas. Los profesionales sanitarios son, aquí, los responsables de identificar todas estas señales (o ayudar a la mujer a hacerlo) y ofrecer ayuda y reconocimiento para acompañar y aliviar, en lo posible, el cambio de etapa. También, en ciertos casos, se pueden tratar algunos de los síntomas con medicación específica, suplementos nutricionales o terapia hormonal sustitutiva, aunque lo más recomendado como norma general suele ser adoptar cambios en el estilo de vida que permitan sobrellevar esta etapa con las menores molestias posibles, como haciendo deporte o llevando una dieta más saludable y adaptada (reducir las grasas saturadas y aumentar las omega 3, o incorporar soja y un mayor aporte de calcio a la dieta), así como evitar el tabaco y el alcohol.
El seguimiento y acompañamiento de la mujer, también en este periodo, son hoy mucho más sencillos gracias a aplicaciones como Fisiomov, de Alegra Salud, con ejercicios específicos para cada etapa y necesidad, o el conjunto de soluciones de Alegra Bienestar, para la promoción y adquisición de hábitos saludables.