por ALEGRA SALUD | Abr 28, 2021
Muy pegado al Día Internacional de los Trabajadores, el 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, también de la mano de la OIT. Porque no solo de tener un trabajo se trata, que también, sino de que éste sea seguro, saludable y digno, en cualquiera que sea el lugar, el rol o la posición en la jerarquía empresarial.
Garantizar la integridad de su población activa es un reto importante para las empresas y también para los gobiernos de todo el mundo, porque de ella depende la cuenta de resultados o la economía del país en última instancia, ya que supone hay un coste económico importante que la OIT estima en 3,94% del PIB global de cada año. Pero más importantes aún son los evidentes problemas humanos y sanitarios que todo esto acarrea: en los casos más extremos, hasta 2,7 millones de fallecimientos al año causados por accidentes de trabajo y enfermedades o traumatismos relacionados con el mismo; además de hasta 374 millones de lesiones no mortales. Algunos de estos casos pueden ser fortuitos, pero otros muchos están derivados de malas prácticas laborales, ambientes de trabajo tóxicos (y no solo en sentido figurado), no contemplación de las medidas de seguridad o falta de provisión de las herramientas de protección necesarias (como cascos, arneses o gafas) u horarios excesivos y extenuantes.
Este año 2021 se celebra, como el pasado, con la vista puesta en el personal sanitario que no dispone del material de protección adecuado o que trabaja al borde de sus fuerzas, y también en todos aquellos que deben realizar su labor cada día en centros de trabajo que no cumplen con la normativa frente al Covid o donde el riesgo es importante. Y sin olvidar todos los problemas derivados del ‘nuevo’ teletrabajo. Con este modelo laboral sobrevenido por la pandemia el tema de la Seguridad e Higiene en el Trabajo ha saltado de nuevo a la palestra. Porque muchos empleados han visto en estos meses cómo debían realizar su labor frente a un ordenador sin las condiciones básicas (por ejemplo, sobre la cama o en mesas y sillas no adaptadas para trabajar).
Hay que regular y reinventarse en este área para incluir este tipo de prácticas, y aquí las herramientas tecnológicas pueden ser un aliado importante, ya que permiten realizar una monitorización precisa de las mismas y proveer, en muchos casos, de las herramientas para abordarlas y mejorarlas. Y hemos de hacerlo juntos, porque un lugar de trabajo saludable es aquel en el que la dirección colabora con sus trabajadores para mejorar las prácticas de salud, seguridad y bienestar, tanto físico como psicosocial. Desde Alegra Salud, ayudamos con nuestras herramientas y acompañamiento en salud a las empresas, para que consigan un entorno saludable que fomente su productividad y la motivación de sus empleados.
En este día y todos los días: A las empresas: cuidad a vuestro personal, es vuestro mayor activo. A los empleados: estad alerta para reconocer tanto buenas como malas prácticas. Nos va el futuro en ello.
por ALEGRA SALUD | Mar 29, 2021
Dormir es fundamental para el cuerpo y para la mente. El descanso de nuestros músculos es el beneficio más obvio de esta necesidad fisiológica diaria, pero hay muchas más: nos ayuda a memorizar, a retener los aprendizajes, a reparar células y a controlar el uso de la energía. Un correcto descanso ayuda también a mejorar el metabolismo y a tener mejores digestiones.
Por contra, muchos más son los peligros de no dormir o no hacerlo bien, empezando por el estrés y la ansiedad generalizados y ‘sin causa aparente’, o la falta de reflejos que puede tener terribles consecuencias para conducir o para llevar a cabo nuestras actividades diarias. Incluso hay estudios que confirman que las alteraciones del ritmo circadiano -frecuentes en las personas que trabajan a turnos por la noche, en los que viajan con frecuencia y en aquellos con problemas en su capacidad para dormir- puede afectar la habilidad del cuerpo para producir insulina y, de esta forma, predisponer a nuestro organismo para la diabetes. También está constatado que dormir menos horas de las necesarias (no hay un número mágico, pues cada persona, edad y circunstancia es distinta) puede favorecer eventos cardiovasculares, ya que los problemas de sueño influyen directamente sobre la presión arterial.
¿Podemos hacer algo para evitarlo? Parece que es posible ‘ajustar’ el ritmo circadiano y revertir estos efectos perjudiciales ocasionales si posteriormente mantenemos una higiene de sueño adecuada a largo plazo. Pero para recuperarse de una pérdida crónica de sueño hace falta más de una noche, o incluso más de un fin de semana, y los investigadores todavía no tienen claro cómo mejorar la salud después de varios años de alteraciones o de falta de sueño.
Seguramente la mayoría de nosotros quisiera dormir más, o al menos dormir mejor, sin dificultades para conciliar, sin despertares en mitad de la noche, sin posturas incómodas o calambres. Y, si bien es fácil darnos cuenta de que algo no marcha en nuestro descanso, cambiarlo no lo es tanto. Ya conocemos las pautas estándar para conseguirlo: rutina, ejercicio moderado, cenas ligeras, evitar las bebidas estimulantes y las pantallas antes de ir a dormir… Y tal vez aun así no logremos saber qué está fallando y necesitemos la ayuda de un profesional.
En Alegra Salud contamos con el conjunto de soluciones Alegra Bienestar, que incluyen tanto recomendaciones personalizadas como alertas y sistemas de monitorización del sueño, que nos ayudan a descubrir si esas interrupciones del sueño son breves o largas, si suelen suceder a la misma hora, si se deben a apneas o a episodios de piernas inquietas, etc… En definitiva, a tener un sueño de mejor calidad. Un buen diagnóstico es, casi siempre, el primer paso para mejorar. A partir de ahí, igual que nos preocupamos por nuestra alimentación, por hacer ejercicio o por respirar aire puro, seremos más conscientes de la importancia de un buen sueño.
por ALEGRA SALUD | Feb 26, 2021
Unas cinco semanas después de ser engendrado ya empieza a formarse el corazón del feto. A las diez ya puede oírselo latir con monitores de ultrasonidos. Es, sin duda, uno de los momentos más emocionantes para los futuros padres, y uno decisivo para el desarrollo y vida futura del bebé: motor autónomo de nuestro sistema circulatorio, alimento de los órganos y del movimiento. Pero, ¿qué sucede si no marcha bien?
Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en todo el mundo, y en este ámbito, uno de los problemas que más preocupan son las cardiopatías congénitas (aquéllas presentes en nuestros genes desde la fecundación). Solo en España nacen cada día diez bebés con alguna de ellas: defectos en el corazón (en sus válvulas, cavidades, venas o arterias) que pueden ser leves o bastante serios. Hay hasta 300 diagnósticos distintos de cardiopatías congénitas, pero en la mayoría de ellos se requiere atención médica y en muchos casos también tratamiento u operaciones quirúrgicas (sí, en plural, porque dependiendo de la gravedad pueden hacer falta varias cirugías a lo largo de la vida del paciente).
No es un tema baladí, ya que muchos de los niños y jóvenes que las padecen, además del problema médico, sufren retrasos en el desarrollo o dificultades de aprendizaje por el absentismo escolar asociado, sin olvidar los trastornos psicológicos y los problemas de integración que pueden suponerles.
Afortunadamente, gracias a la ciencia médica y al soporte tecnológico, la detección es cada vez más temprana, incluso desde el vientre materno, con lo que se puede poner remedio o, cuanto menos, vigilar su desarrollo para paliar en lo posible las consecuencias. La tecnología ha estado presente en la cardiología desde muy temprano, desde los primeros marcapasos (en 1958) hasta la inteligencia artificial que se utiliza hoy día para, precisamente, esa detección temprana de enfermedades o los primeros nanovectores que llegan de forma autónoma a las células del corazón y se implantan en su núcleo para liberar agentes para el tratamiento.
Arritmias, un síntoma, no una enfermedad
Otro problema cardíaco bastante común (que puede tener un origen congénito o no) son las arritmias -trastornos de la frecuencia o el ritmo cardíaco-. En este caso no es una enfermedad en sí, sino un síntoma de que algo no marcha bien y que puede pasar sin provocar daño alguno o ser un signo de un riesgo inmediato para la salud. En total se estima que afectan a más de 10 millones de personas solo en Europa, y que uno de cada tres de nosotros ha sufrido o sufrirá alguna.
Uno de los proyectos más innovadores en este sentido es la plataforma Corify, tecnología creada por el ingeniero español Andreu Climent para diagnosticar las arritmias facilitar su tratamiento, y que ha recibido recientemente el galardón al mejor innovador europeo del año en los EIT Awards del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Mediante este sistema, que combina hardware (sensores y amplificadores) con tecnología de procesamiento de imagen de alta calidad, es posible identificar el origen de las arritmias y guiar en consecuencia la cirugía para eliminar el problema.
Sin duda veremos más avances en esta era de la investigación sanitaria. Desde Alegra Salud apoyamos y aportamos soluciones, como M-chronic, para ayudar tanto a pacientes crónicos, y muchos cardíacos, como a los médicos que les prescriben el tratamiento en la monitorización de sus parámetros biométricos. Desde el corazón, aprendamos juntos a protegernos.
por ALEGRA SALUD | Feb 10, 2021
En restos humanos datados hace 3.200 años en Egipto ya se ha podido constatar la presencia del cáncer, una de las enfermedades más mortíferas de nuestra especie y un enemigo que, además, no está causado por un agente externo, sino por un comportamiento anómalo de nuestras propias células (aunque hay algunos casos provocados por infecciones como las causadas por los virus de las hepatitis B y C y el del papiloma humano).
En todos estos años se ha avanzado mucho en su tratamiento y, sobre todo, en las tasas de supervivencia, gracias a la concienciación y detección temprana, aunque la mortalidad sigue siendo especialmente alta en los de pulmón, hígado, estómago, colon y mama. Sin embargo, aún es la enfermedad más mortífera de todos los tiempos y el número total de casos no deja de crecer: según la OMS, pueden llegar a superarse los 20 millones de casos anuales en la próxima década.
También este 2020 ha sido la principal causa de fallecimientos, con más de 10 millones de muertes en el mundo, aunque el COVID-19 le ha quitado visibilidad (unos dos millones hasta el momento) y también atención mediática, así como recursos hospitalarios. Esto último, afortunadamente, no tanto a los pacientes ya diagnosticados, que en casi todos los casos, han podido continuar con sus tratamientos de manera fluida, sino en esa detección temprana de los tumores que mencionábamos arriba y que puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Así, como alerta la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), parece que el número de nuevos pacientes ha descendido en España un 21% en los meses del confinamiento respecto al mismo periodo en 2019, lo que significa que los diagnósticos y el inicio del tratamiento a nuevos pacientes se han ralentizado, ya sea por falta de recursos sanitarios o por el temor de los pacientes a asistir a centros médicos.
En este periodo los oncólogos, también, han tenido que reinventarse y atender a sus pacientes por teléfono o por videollamada, lo que ha agilizado muchos de los tratamientos y ha permitido continuar la atención de aquellos que ya estaban en proceso de tratarse. Sin embargo, las pruebas clínicas siguen siendo obligatoriamente presenciales (TAC, radiodiagnóstico, ecografías…), y la asistencia a los centros hospitalarios por tratamientos de quimioterapia o radioterapia también, con las posibles consecuencias que pueden traer en cuanto a contagios de COVID. No olvidemos que el cáncer es un factor de riesgo para sufrir consecuencias severas en caso de contagio.
La situación es, sin duda, complicada. En Alegra Salud estamos comprometidos con el diseño y desarrollo de soluciones tecnológicas que den apoyo tanto al profesional como al paciente en el proceso de detección, tratamiento y recuperación, como Cuídate, la herramienta de rehabilitación pulmonar para pacientes con cáncer de pulmón, que permite su monitorización por parte del sanitario, así como la vigilancia del tratamiento y seguimiento de hábitos diarios. O la solución de networking entre profesionales específica para la especialidad de oncología: Oncomparte, que facilita el trabajo colaborativo entre farmacéuticos oncohematológicos.
Si bien el seguimiento humano y la intervención temprana siguen siendo la clave para la detección y recuperación, sin duda en los próximos años veremos cómo cada vez más la tecnología toma un papel relevante también aquí, y que inteligencia humana y artificial, juntas, lograrán grandes avances respecto a esta enfermedad.
por ALEGRA SALUD | Ene 21, 2021
Difteria, tétanos, sarampión, fiebre amarilla, ¡gripe común! La mayoría de nosotros se ha vacunado alguna vez o muchas a lo largo de su vida. Desde las primeras pruebas a finales de siglo XVIII, con la de la viruela, muchos consideran que éstas han sido el avance más importante en salud pública de la historia. Lo cierto es que han salvado cientos de millones de vidas (tres millones al año, según estimaciones de la OMS), y que su utilización regular en la mayoría de los países del mundo también consigue importantes ahorros en recursos sanitarios al evitar ingresos, secuelas o incluso fallecimientos.
Una vacuna, por definición, no es más que un ‘activador’ de las defensas naturales del cuerpo para hacer que aprendan a resistir infecciones específicas y por tanto a protegernos frente a ellas antes incluso de que entremos en contacto. Fácil, rápido y eficaz. El antídoto antes del veneno.
Aunque las enfermedades más comunes están más o menos controladas gracias a ellas, la investigación en este sentido nunca ha parado. Ahora, con el COVID-19, las vacunas vuelven a estar de actualidad, sobre todo por la velocidad de los avances que se han llevado a cabo (apenas en unos pocos meses), y de los que hemos estado puntualmente informados por la importancia y alcance mundial de la pandemia. Pero no está de más hacer un pequeño resumen de cómo se realiza el proceso, siempre avalado por las autoridades sanitarias competentes.
Del problema a la solución
Como en cualquier investigación científica, lo primero es identificar el problema, en este caso, el agente infeccioso causante de la enfermedad, y buscar antígenos capaces de inducir una respuesta en el sistema inmunológico (puede ser el mismo virus o bacteria, partes de esos patógenos, proteínas derivadas, etc.).
Recordemos que los primeros ensayos de una vacuna experimental han de hacerse primero in vitro y con animales, para evaluar su seguridad y su comportamiento antes de llegar a las personas. Una vez testada de este modo, las pruebas en humanos constan de distintas fases, con grupos de voluntarios cada vez mayores (decenas, cientos y miles en cada etapa), siempre con grupos de control para realizar comparaciones, descubrir posibles efectos secundarios y extraer conclusiones. Es muy importante en este punto comprobar sus posibles efectos secundarios, secuelas y, por supuesto, que cumplen la función para la que están diseñadas. Una vez se ha comprobado su seguridad y las autoridades sanitarias competentes han evaluado su idoneidad se pasa a la fabricación y distribución.
Y aunque en el caso del COVID-19 todo el proceso se ha realizado en un tiempo récord (la necesidad mundial ha hecho que muchas personas y recursos se dedicaran a esto, el número de voluntarios para realizar las pruebas han sido reclutados de forma inmediata, la inversión en I+D se ha basado en experiencias previas de otros virus similares ), normalmente suele tardarse un mínimo de diez años hasta que una vacuna llega a los ciudadanos. A veces, incluso más (se sigue investigando una para el VIH tras más de 40 años de la aparición de la enfermedad) y a veces menos (las paperas son el gran caso de éxito de este sector, con solo cuatro años para tener una vacuna completamente efectiva).
Desde Alegra Salud apoyamos la investigación sanitaria en todos los campos con soluciones tecnológicas como ColaborUP, que pueden facilitar la colaboración de investigadores de distintos campos o distintos países trabajando en un proyecto común para la realización de estudios multicéntricos. Las herramientas que proporciona ColaborUp permiten compartir protocolos en tiempo real, realizar encuestas y recoger buenas prácticas de otros profesionales sanitarios, permitiendo acelerar los estudios clínicos, manteniendo los niveles científicos y de calidad sanitaria en el mayor grado de excelencia. Muchas veces, la velocidad que se necesita está en los pequeños detalles.