Nadie nos hubiera dicho, hace solo un par de años, que la mayoría de nosotros teletrabajaríamos de manera continuada, pero en los últimos meses, obligados por las circunstancias, hasta el 34% de los trabajadores en España ha tenido que realizar sus tareas a distancia. Suelen ser las profesiones ‘de oficina’, en cualquiera de los puestos (desde administración a la dirección ejecutiva), pero también otras para las que la transición no ha sido tan evidente como profesores, psicólogos, asistentes técnicos en remoto…, ¡incluso algunos sanitarios han atendido consultas por videoconferencia!
Nadie duda de que es una buena solución para mantener las empresas funcionando y al mercado laboral productivo. Ideal en tiempos de confinamiento y una maravilla en términos de conciliación familiar y de flexibilidad. Y sin embargo…, ¿cuántos de vosotros habéis tenido que trabajar en la mesa del salón o de la cocina, compartiendo espacio con hijos y pareja (y sus propias videoconferencias)?, ¿cuántos habéis disfrutado de un espacio laboral con todas las herramientas necesarias, tecnológicas o no, y con una correcta higiene postural? No tantos, ¿verdad?
Ahora que el teletrabajo parece que se instala definitivamente y que muchas organizaciones se plantean mantener a parte de su personal en este formato para los próximos meses -un reciente informe de Gartner asegura que el 74% de las compañías pasarán a contar con empleados que teletrabajen de forma permanente- nos gustaría proponer una serie de consejos que, esperamos, mejoren nuestra espalda, nuestro cuello, y también nuestra mente:
Un asiento ergonómico: Una buena silla para trabajar es la que nos permite tener los brazos en ángulo recto y la mirada al frente mientras manejamos el ordenador, así que debería ser regulable en altura. También tiene que acomodar la espalda y, si es posible, podemos añadir un reposapiés que haga que nuestra postura se mantenga firme y recta.
Auriculares: No hay nada peor que sujetar el teléfono con el hombro, y al estar a distancia está asegurado que el número de llamadas se multiplica exponencialmente. Unos buenos auriculares con aislamiento de ruido y micrófono nos facilitarán la vida y liberarán nuestras cervicales. Además, podrás caminar mientras hablas cómodamente, aliviando un poco la sensación de sedentarismo.
Luz y ventilación: Lo mejor es poder disfrutar de luz natural que nos entre por los lados y no provoque reflejos en la pantalla (esto también vale en las oficinas), así como una habitación que pueda ser correctamente ventilada cada día, ya haga frío o calor. Si no es posible, asegurémonos de que la luz (aun artificial) sea intensa y suficiente para no forzar nuestra vista en exceso.
Un espacio dedicado: Aunque no siempre será posible, tendríamos que intentar tener un espacio en la casa destinado solo a trabajar, con el equipo informático y material que necesitemos, y que evitemos utilizar en otros momentos del día.
Horarios: Una rutina fija, con tiempos para descansar y por supuesto evitando el ‘siempre conectado’, que nos haría perder los preciados límites entre la vida personal y la laboral. Ya hay algunas iniciativas legislativas que intentan regular este ‘derecho a la desconexión digital’, pero mientras no lleguen, somos nosotros quienes tenemos que buscar ese equilibrio.
Vestidos para trabajar: Por tentador que pueda ser, evitemos trabajar en pijama y zapatillas. Esto no quiere decir que tengamos que renunciar a la ropa cómoda, pero el hecho de vestirnos y acicalarnos conseguirá poner nuestra mente en ‘modo trabajo’ y nos hará sentirnos mejor para abordar las tareas del día.
En suma, hacer todo en un mismo espacio (nuestra casa) puede crear sensación de enclaustramiento (y no hablamos aquí del mero confinamiento) y de pérdida de contacto con el exterior. Ahora que las medidas se han relajado (rebrotes aparte), es positivo tener citas o reuniones fuera de casa al menos un día a la semana para potenciar el contacto humano y aligerar la mente, aunque siempre manteniendo la distancia social y la mascarilla en lugares cerrados. El teletrabajo seguirá con nosotros mucho tiempo, convirtámoslo en aliado. Ahora tenemos unas semanas (o días) de paréntesis vacacional para pensar, reacondicionar y prepararnos.
También en Alegra Salud nos vamos de vacaciones. Seguiremos con vosotros en el blog y en nuestros canales sociales para cualquier cosa que necesitéis, ¡feliz verano a todos!
Firma: María Fernanda Barco, enfermera senior en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y colaboradora de Alegra Salud
Donar sangre es un acto de generosidad máxima que, afortunadamente y gracias al buen hacer de los servicios de promoción y recogida, se ha popularizado cada vez más. Actualmente nuestras reservas están, casi siempre, bien provistas para atender la demanda. Y es que en España somos grandes donantes, los sextos del mundo, con casi 1,7 millones de donaciones al año según la Federación Española de Donantes de Sangre -predominan los grupos O+ y el A+, y por extensión las donantes (y receptores) mayoritarios son los que tienen estos grupos sanguíneos-.
Y somos unos privilegiados, porque sigue habiendo muchos lugares en el mundo donde la falta de equipos para analizar sangre, y la falta de cultura de donación no les permiten contar con reservas seguras suficientes, especialmente en casos de necesidades masivas como desastres naturales o conflictos armados. Por ellos, y para recordarnos que debemos seguir haciéndolo, el 14 de junio se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre promovido por la Organización Mundial de la Salud, este año con el lema ‘La sangre segura salva vidas’. Una fecha en conmemoración del nacimiento de Karl Landsteiner, patólogo y biólogo austríaco que descubrió los grupos sanguíneos A, B y 0.
La sangre es un «medicamento vital» que cada vez tiene más demanda en nuestros hospitales por el envejecimiento de la población (menor número de posibles donantes y mayor número de posibles receptores) o el incremento de accidentes de tráfico (hemorragias, quemaduras, etc…). También es más necesaria por los avances técnicos que se están produciendo en el terreno sanitario: a más cirugías y trasplantes, por ejemplo, más necesidad de transfusiones. Pero no es su único uso, los hemoderivados procedentes de las donaciones tienen multitud de utilidades: personas que tienen que someterse a tratamientos oncológicos, intervenciones quirúrgicas, tratamientos para enfermedades crónicas y trasplantes, o anemias y partos. Además de para procesos de investigación fundamentales para seguir avanzando en la prevención y tratamiento de distintas enfermedades.
Es un producto indispensable en la sanidad actual, y el único que no se puede fabricar ni comprar, por lo que debemos seguir donando. ¡Cualquiera puede hacerlo!, solo hay que ser mayor de edad, pesar más de 50kg y gozar de una buena salud general. ¿Nunca lo has hecho? Es un proceso rápido y sencillo, de unos 15 minutos de duración más la entrevista médica previa. Se recogen 450ml de sangre en cada extracción que el cuerpo repone rápidamente y sin ninguna repercusión en la salud del donante (solo se recomienda, eso sí, no hacer esfuerzos violentos o realizar actividades peligrosas en las horas posteriores a la donación).
Tras la donación, se realizan los análisis reglamentarios antes de la separación de los componentes de la sangre (hematíes, plasma y plaquetas) que consisten en un estudio serológico (hepatitis B, hepatitis C-antígeno y anticuerpo-, sífilis,VIH, transaminasas) y un hemograma para las plaquetoféresis y plasmaféresis (extracción exclusiva de plaquetas o plasma), para asegurarse de que todo es correcto y la sangre es segura para utilizar.
Ahora, la evolución de la pandemia y el inicio de de la actividad quirúrgica han hecho descender las reservas, por lo que los Centros regionales de Transfusión Sanguínea y las entidades asociadas como Cruz Roja nuevamente animan a los ciudadanos a dar este paso haciendo un llamamiento activo en los medios de comunicación.Desde Alegra Salud os animamos a realizar este pequeño gran gesto. Como hemos oído muchas veces, donar sangre es regalar vida.
En mayo se celebra, cada año, el Día Nacional del Celíaco. En los últimos tiempos ha aumentado el reconocimiento y la difusión de esta enfermedad inmunológica de intolerancia al gluten que provoca un rechazo del cuerpo a esta proteína. Los síntomas pueden ser diversos, desde muy ligeros (molestias estomacales, urticarias…) hasta lesiones graves de la mucosa del intestino o incluso un shock anafiláctico en los casos más graves.
Leves o no, según nuestros estudios, las personas con esta afección pueden llegar a faltar una media de 14 días al año a su puesto de trabajo por su causa, sin contar con los padres de niños celíacos, para quienes se calculan unos 4,3 días de absentismo al año por cuidar a los pequeños que presentan algún brote. Es una afección crónica bastante extendida entre la población general, ya que afecta aproximadamente al 1% (aunque se estima que más del 70% de quienes la padecen no está diagnosticado), y aunque no tiene cura, hoy día se ha avanzado mucho en el diagnóstico precoz y en los tratamientos de choque, y está probado que es algo que sencillamente mejora con una correcta alimentación. Es decir, eliminando de la dieta el alérgeno que produce el problema: trigo, centeno, espelta, cebada…, por pequeña que sea la cantidad.
Es por ello que no solo las personas que la padecen y sus familiares están concienciados, sino que también la industria alimentaria se ha replanteado algunos de sus productos e incluso hay líneas o marcas específicas orientadas a este colectivo. El sello ‘sin gluten’ se ha hecho así un sitio en los supermercados para tranquilidad de los usuarios y, lejos de estancarse, es un mercado que sigue en crecimiento, ahora también con algunas corrientes de dietas sin gluten (independientemente de que se padezca o no celiaquía) que han llevado a muchas personas ‘sanas’ a buscar también este tipo de productos libres de gluten.
Celicoach, para cuidarse fácilmente
En Alegra Salud somos expertos en unir tecnología y medicina y Celicoach, nuestra plataforma específica para gestionar y ofrecer contenido y orientación a usuarios con celiaquía, fue uno de nuestros primeros proyectos y uno de los que más orgullosos estamos por el alcance que ha tenido. Para su diseño contamos con la colaboración del equipo médico de Alegra Salud y también de diversas asociaciones de pacientes con celiaquía, que nos enseñaron sus verdaderas necesidades y nos ayudaron a adaptar la solución para hacerla sencilla, entretenida y, sobre todo, clara, y acompañarles especialmente en el periodo más incierto de su enfermedad (desde la detección de sus primeros síntomas hasta el establecimiento de rutinas y/o tratamiento).
Así, Celicoach no está pensada para ser solo (aunque también) una app para buscar restaurantes con menús especiales o información ‘enlatada’, sino que pretende ayudar al usuario a mantener un control de su enfermedad mediante memoria de análisis, recordatorios y control sobre su estado anímico y emocional. Y todo ello utilizando técnicas de coaching y juegos para asegurar la máxima adherencia a este nuevo estilo de vida que han de asumir los pacientes.
Al monitorizar y registrar los hábitos alimentarios los pacientes celíacos mediante big data e inteligencia artificial, Celicoach puede aportar un gran volumen de datos estadísticos de relevancia sobre los usos, hábitos y evolución de la enfermedad de los pacientes, que pueden ser tabulados y analizados para ofrecerles información a medida sobre recetas, campañas promocionales o recomendaciones de hábitos de vida, entre otros. Por todo ello está pensado para ser utilizado, bajo la marca que se desee, y con las funcionalidades que se demanden, por centros médicos, establecimientos de productos especializados, agrupaciones de pacientes, marcas de alimentación, etc. Para cada cliente se realiza la adaptación de la herramienta basándose en promociones de sus productos, juegos a medida, redes sociales, guías divulgativas, o recomendación de ofertas y lugares de consumo. Todo ello con el rigor médico y la calidad que merecen los usuarios.
En Alegra Salud estamos, como siempre, al lado del paciente y al lado del profesional.
FIRMA: Ana García Pérez, Psicóloga Clínica y Codirectora de Senderos de Crecimiento y Asesora de Alegra Salud
Según la OMS la Salud Mental no es sólo la ausencia de enfermedad. Podríamos decir que la salud mental es un estado interno de bienestar que permite una adecuada adaptación al entorno. Es el resultado de un equilibro entre diversos factores pasados, presentes, internos y externos.
Es evidente que, con esta pandemia, todos hemos sufrido cambios repentinos en nuestra vida cotidiana junto a una amenaza permanente de ser contagiados por un virus que puede cursar con la muerte. Ambos factores son suficientes para alterar el equilibrio interno. Pero esto no significa, necesariamente, que nuestra Salud Mental se vea afectada.
La sobrecarga derivada de los cambios impuestos por el confinamiento y la amenaza de contagio han desencadenado una Respuesta de Estrés, que ha sido general para la población. Pero el estrés es una respuesta adaptativa, o sea si hemos sentido estrés ha sido para poder combatir, de la manera más eficaz, esta situación.
Si ya tenías problemas de salud mental previos, es probable que se haya intensificado tu trastorno y necesites ayuda profesional. Pero aun si perteneces al grupo de población que ha podido estar en su casa, en un ambiente agradable, aun si tu salud, tu trabajo y tu economía no se han visto en peligro, es posible que durante este período hayas estado en una montaña rusa emocional, quizás, con dificultades para dormir y/o pesadillas y que, probablemente, tu alimentación se haya visto alterada, o hayas estado más irritable. Quizás te notes más aprensivo, o hayas desarrollado algunos miedos o intensificado otros. No te preocupes, poco a poco podrás ir sintiéndote mejor. Todo esto ha sido necesario para ir adaptándote a la nueva situación y es improbable que te deje secuelas.
Con tareas de autocuidado, una vida activa, y una mirada amorosa sobre ti mismo saldrás adelante con salud. Incluso si tienes una personalidad proactiva y te sientes seguro, puedes estar valorando este período como una oportunidad de crecimiento personal a la que sacar algo provechoso.
Pero no ha sido así para otras personas.
Photo by Anthony Tran on Unsplash
La crisis del Covid ha traído enfermedad y muerte a muchas familias, problemas económicos y laborales, Y, por supuesto, no podemos olvidar a los sectores más desfavorecidos de la población antes de esta crisis: personas sin hogar, inmigrantes, mujeres y menores víctimas de violencia de género, personas institucionalizadas, personas excluidas… Para cada uno de ellos esta crisis ha traído vivencias muy complicadas.
Y qué decir del personal sanitario que ha estado exponiendo su propia salud y la de sus familias y ha visto morir solas a muchas personas, ha tenido que tomar decisiones sobre quien vive o quien muere y ha trabajado a destajo y sin recursos efectivos. Para la mayoría de ellos, lo vivido no ha sido solo estresante, es muy probable que haya sido traumático. Y esto sí afecta a la Salud Mental.
Si tu experiencia ha sido traumática te queda un período más o menos largo de sufrir lo que denominamos Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Vas a sentir que hay un antes y un después en tu vida, que te desregulas emocionalmente con facilidad, se van a alterar de manera significativa las funciones fisiológicas básicas porque la ansiedad va a acompañarte a todos sitios. Esto ocurre porque tu sistema de alarma (esa respuesta de estrés que mencionábamos antes) se ha quedado “encendido” y constantemente puedes revivir las situaciones difíciles aunque ya no estén ocurriendo. Esta desregulación puede ser tan intensa que necesites algo para calmarte rápido. Aquí hay que tener cuidado porque podemos crearnos adicciones (tabaco, alcohol, otras sustancias, comida, sexo compulsivo, juego, etc.) y añadimos así nuevos trastornos al que ya estamos sufriendo (TEPT).
Si además has sufrido una pérdida de alguien querido, puedes desarrollar un duelo patológico (todos los duelos no son patológicos, ni siquiera en estas circunstancias tan extrañas donde no ha habido despedidas, el entierro o incineración ha tardado más de lo conocido o incluso ha sido en otra ciudad), algo que puede ser más frecuente ahora.
Hay factores amortiguadores y reguladores que pueden ayudarte. Hay que empezar por comprender que lo que te pasa es normal porque lo vivido ha sido muy abrumador es fundamental mantener tareas de autocuidado (físico, mental, emocional y social), practicar técnicas de relajación y calma que ayuden a tu sistema nervioso a dejar de estar en constante alerta, conectar con la naturaleza, ayudarte de tus aficiones, no aislarte y buscar la seguridad y el apoyo de personas queridas te va a ayudar.
Si aun así no mejoras o incluso empeoras, busca la ayuda de un profesional. Ellos podrán aplicar técnicas que te permitan superar traumas.
Y recuerda: lo vivido (lo que estamos viviendo) ha sido duro y difícil y somos humanos.
Las barreras de la desconfianza y el miedo ya están superadas, o deberían, en cuanto a la mezcla de Medicina y tecnología se refiere. Quien más y quien menos ha utilizado ya una receta electrónica o ha entrado en un túnel de resonancia magnética, por poner algunos ejemplos. La Ingeniería Biomédica es una realidad hace muchos años: miembros robóticos para amputados, aplicaciones móviles para el seguimiento de personas mayores, sensores de análisis y tratamiento…
Y sin embargo, todavía algunos recelan cuando nos dicen que van a registrar nuestra temperatura automáticamente al entrar en un edificio, o que rastrearán nuestros movimientos por si somos portadores de este u otro virus pandémico. Es cierto que aún hay que pulir algunos aspectos éticos y de protección de datos personales, y es algo que hay que hacer a nivel mundial (si somos globales, debemos serlo también para esto, pues en breve estaremos de nuevo moviéndonos por aeropuertos de todo el planeta), pero nuestra salud es más importante, y el progreso va de la mano de la ciencia (y, en este caso, de la ingeniería), ¿cómo si no hemos llegado a incrementar nuestra esperanza de vida en las últimas décadas?
Es cierto que nadie podía prever una situación como la que estamos viviendo con la COVID-19 sin embargo, probablemente, de haber estado nuestros sistemas más digitalizados, el control de la pandemia habría sido más rápido y eficiente: número de enfermos, tipo de síntomas, distribución por zonas geográficas… De haber contado nuestras instituciones sanitarias con herramientas de telemedicina (reales), se habría podido realizar un mejor seguimiento de esos casos sospechosos y, seguramente, se habría paliado el colapso de algunos de nuestros centros sanitarios.
Porque, no nos engañemos, aunque la tecnología existe, lo más avanzado en ‘telemedicina’ que hemos utilizado en estas últimas semanas han sido llamadas telefónicas de los centros de salud para hablar con los pacientes. No se han recogido muestras a distancia, ni tomado temperatura con instrumentos de precisión a gran escala, ni se ha mantenido un control real y constante, ¡y se puede hacer!
No es cuestión de lamentarse, sino de prepararse. Es el momento de analizar y mejorar, de invertir en la salud del futuro inmediato, y de protegernos como sociedad ante futuras oleadas de este u otros virus similares. Porque si algo nos ha enseñado el confinamiento es que la tecnología ha sido la mejor aliada para mantener empleos (teletrabajo), vida social (videoconferencias, herramientas sociales, etc.), suministros (ecommerce), etc.
En Alegra Salud llevamos años trabajando en colaboración con médicos y expertos sanitarios para desarrollar aquellas herramientas que les ayudarán a prestar una mejor atención a sus pacientes, desde instrumentos de colaboración para la investigación científica hasta aplicaciones para el seguimiento y la adherencia al tratamiento de los usuarios, además de sensores y herramientas de medición que pueden utilizar sin tener que desplazarse a la consulta.
Si toda crisis es una oportunidad, ésta es la oportunidad de la automatización, ¡adelante con la inversión de las administraciones públicas!
Quien más y quien menos tiene alguna alergia: alimentaria, a algún polen, animal o tipo de material. Según los profesionales de la salud este tipo de consultas se ha multiplicado en los últimos años, en parte debido a nuestro estilo de vida (el estrés), lo que comemos (más ultraprocesados y menos productos naturales) y, sobre todo, a lo que respiramos (la contaminación del aire debilita nuestro sistema respiratorio y lo deja, en cierto modo, desprotegido).
Algunos de los síntomas más frecuentes en los alérgicos son los relacionados con el sistema respiratorio, precisamente uno de los puntos débiles en estos momentos en que la pandemia del coronavirus azota el mundo. Aunque puede que algunos confundan estos días sus síntomas alérgicos con los del temido coronavirus, y efectivamente en ocasiones pueden resultar confusos, recordemos que mientras la primera puede producir picor de ojos o estornudos, en el segundo estos síntomas no suelen aparecer; mientras que la pérdida de olfato o gusto que se está asociando al COVID-19, no es nada común en los alérgicos.
Más o menos alergias
Y si los alérgicos al polen confinados parecen estar sufriendo en menor medida la incidencia de, por ejemplo, las gramíneas -estar en casa en ‘temporada alta’ les ayuda a respirar menos polen y por tanto a tener menos síntomas y necesitar menos medicación-, hay otros que precisamente por pasar más tiempo sin salir lo sufren más. Se trata de los alérgicos a los ácaros, unos microorganismos tan difíciles de evitar como de combatir. Por ellos, y por todos, ofrecemos algunas recomendaciones que pueden aliviarles o al menos ayudarles:
Ventilar: abrir las ventanas, todos los días, y si hace fresco aún mejor, ya que los ácaros se reproducen más con temperaturas por encima de los 24º.
Controlar la humedad: Índices altos, por encima del 50%, pueden favorecer su crecimiento, así que cuidado en entornos como el baño, donde suele concentrarse más humedad. En estos casos está indicado un deshumidificador (ojo, no un humidificador, que provocaría el efecto contrario) aunque utilizado de forma sensata para no perjudicar al resto de la familia con una sequedad excesiva.
Tirar lo innecesario: Puede que suframos en el proceso (por desprendernos de algunas cosas y por el movimiento de polvo), pero enseguida notaremos que, mientras menos objetos, menos polvo se acumula y más sencillo resulta limpiar.
Suelos desnudos: las alfombras y moquetas también son un lugar donde se acumulan los temidos ácaros. Mejor las evitamos.
Tejidos siempre limpios: cojines, cortinas, sofás… Intentemos lavarlos con frecuencia, hay productos desinfectantes que nos ayudarán a repeler el polvo. Lo mismo con peluches, sábanas, edredones…
Libros: no podemos aconsejar ‘no tenerlos’, pero en los casos más graves de alergia al polvo y los ácaros se debería limitar su cantidad y, sobre todo, no guardarlos en la habitación donde se duerme.
Dentro o fuera, sigamos siempre las recomendaciones de nuestro médico. La mayoría de ellos siguen atendiendo consultas telefónicas o a través de aplicaciones y canales digitales, como los que desarrollamos desde Alegra Salud.